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martes, 3 de mayo de 2016

EL QUIJOTE EN PRIMERA PERSONA

Esta vez los ganadores del concurso de relatos son:

1º DAVID GARCÍA por "Un amor peligroso"
2º MAR MARTÍNEZ por "Sancho Panza...su asombrosa aventura"
3º RODRIGO CORUJO por "En la nube de polvo"

A continuación podréis leer estos fabulosos cuentos inspirados en los personajes de "El Quijote":

UN AMOR PELIGROSO      
 David García

Mi amo se acababa de levantar y me dijo:
-        Apresúrate Sancho quiero ver a mi amada.
Al poco rato nos pusimos en camino, ya a media mañana llegamos al pueblo.
-¡Ay Sancho a tiempo hemos llegado! ¡Yo la rescatare!
- Pero amo ¿de qué habla?
-¿Acaso no ves a esos bandoleros intentando secuestrar a mi bella dama?
- ¡Pero amo! ¡Esa es Dulcinea cebando a los cerdos!...
- ¡Bien dices! ¡Cerdos!...
Dicho todo esto, picó espuelas y arremetió lanza en ristre contra los cerdos bandoleros…
-¡Deténgase mi señor! Grité llevándome las manos a la cabeza. Al instante me dispuse a detenerle, mientras la dueña de los  cerdos, Aldonza Lorenzo, quiso hacer lo mismo lanzándole el cubo de la comida a la cabeza.
La tal Aldonza, a todas luces fea, de pronto pareció poseída o algo, porque empezó a vociferarme:
-¡Mi amor!, ¡Mi salvador!, ¡Mi amo! Y más……..y parecía dispuesta a no dejarme escapar.
-No, no…… repetía yo mientas intentaba poner tierra de por medio. Y es que la moza emprendió la persecución detrás de mí……, alrededor de RUCIO….
Después de una acalorada carrera, por fin nos encontramos de nuevo por los caminos de la Mancha
-Mira Sancho, decía Don Quijote, Dulcinea estaba fuera de sí ¡¡¡Perdónala!!!
-Lo que mande amo, le respondí, aunque poco convencido.
-Más justo sería, pensaba, que si yo quería salvar a los cerdos de una muerte segura, ¡La recompensa podría ser uno de ellos!
  

SANCHO PANZA… SU ASOMBROSA AVENTURA  
Mar Martínez

Aunque hay algunas aventuras e historias de la novela “Don Quijote de la Mancha”  que nunca han sido contadas por diversos motivos, yo voy a sacar a la luz una de estas hazañas, soy: el gran Sancho Panza.
A lo largo del tiempo que estuve al cargo de mi amo Don Quijote han pasado muchos sucesos bastante interesantes para mi persona y… para algunas otras.
Antes de que Don Quijote acudiese al establo para buscarme, yo era un señor tranquilo y casi me atrevería a decir que vago, me encantaba comer a todas horas.                                                                                                  En un lugar a las afueras de la Mancha, yo extrañaba a alguien en concreto, aunque en la novela no se comenta nada sobre “ella”, cosa que me extrañó de mi amigo  Cervantes. Era una hermosa muchacha, más o menos de mi edad, morena, de ojos marrones y con una dulzura incomparable, era igual de trabajadora que yo, eso sí que es verdad, vivía en una pequeña y acogedora casa cerca de la mía, en la aldea, por lo tanto.
Os cuento como empezó todo, el día que viví una aventura muy interesante yo solo:
Todo comenzó un día que mi amo y yo habíamos salido al campo  a dar un paseo matutino junto con Recio y Rocinante, Don Quijote se cansó de caminar antes que yo, cosa que me extraño muchísimo dado que yo no suelo aguantar nada. Resultó que Don Quijote estaba muy cansado debido a su falta de comida y a su falta de dormir, así que me dio el día libre, a mí, no se me ocurrió otra cosa que preparar una sorpresa para mi amada. Como después de media hora no había comenzado, decidí dejarlo para por la tarde y seguir dando un paseo, se me pasó el tiempo volando y no me di cuenta de que me estaba adentrando demasiado en el campo. Allí me pareció ver un claro a mi derecha, me acerqué y con sorpresa, observé una gran escalera de plata que conducía a un lugar bajo tierra que tenía una puerta de madera. Al acercarme a ella y apoyarme  sonó un chillido y la puerta cedió, mi cuerpo estaba invadido de miedo, terror e intriga, con mucho esfuerzo, decidí pasar. No sabía  ni por asomo que era lo que me iba a encontrar allí dentro.
Al adentrarme descubrí una maravillosa y tenebrosa cueva, decidí avanzar acercándome a su corazón, aunque eso supusiese un gran peligro para mi persona, que conste que esta fue una de las pocas veces que vencí a mi miedo. De repente oí crujir algo, asustado, miré al fondo de la cueva y descubrí que en el suelo y en las paredes había fragmentos de huesos de animales o de seres humanos, también había algunos trozos de arcilla. El error de haber entrado a esa cueva cada vez  era más visible, atemorizado deseaba salir de allí pero había algo que me lo impedía, aún a día de hoy sigo sin saber que era. Mi decisión fue acercarme a una pared más apartada, en el sentido de que tenía mayor visibilidad de la mayoría de las salas, que, desgraciadamente, eran muchas.
 Al rato me pareció escuchar un ruido muy estridente, parecía el grito desesperado de alguna persona que necesitaba ayuda y esa voz me parecía familiar...
 Me pareció que era Aldonza Lorenzo o como la llama Don Quijote, Dulcinea del Toboso, resultó ser la amada de mi amo. Determiné quedarme donde estaba sin moverme, pensé que quizá así no me descubriesen y pudiese confirmar mis sospechas, obdiamenete, sin que en ningún momento notasen mi presencia. Empezé a darle vueltas a todos los sucesos que habían pasado y tuve la impresión de que todos estaban relacionados porque los había realizado la misma persona y por el mismo motivo: Venganza.  No me imaginaba que iban a tener en contra de esa mujer, aunque no era la amabilidad en persona, ella nunca hacía ni deseaba el mal a los demás. De repente escuché una voz masculina muy cerca de mí, esta,  no me resultaba nada familiar, fuese quien fuese tenía una voz grave con tono amenazador.
Lo siguiente que recuerdo fue que despertaba de un sueño o desmayo muy profundo...
Estaba mareado y distraído, no recordaba donde estaba ni el motivo, no me encontraba en el mismo lugar de antes, en este había un lavandero y unos bancos de madera. Mi primera elección fue beber un trago de agua del lavandero, confío en que no estuviese contaminada, sin querer me lo eché por la cara volviendo así a recordar todo lo sucedido momentos antes, resultó que al esconderme de la persona que amenazaba a Aldonza me había dado con  un carámbano que colgaba del techo desmayándome y quedándome incosciente durante bastante tiempo. Para averiguar cuanto tiempo había estado desmayado decidí acercarme con mucho cuidado a algún lugar de la cueva desde el que pudiese observar el exterior, comenzé a andar por el pasillo principal y me quité los zapatos para no hacer ruido al pisar los huesos y la arcilla.
En ese momento en otro lugar no muy lejos de allí Don Quijote se acababa de despertar de su siesta y se dirigía al establo a buscarme para emprender otra aventura. Al no encontrarme en ese lugar, pensó que estaría durmiendo la siesta en mi casa o que estaría comiendo junto a algún otro vecino, él recorrió todo el pueblo para buscarme y cómo no me encontró empezó a preocuparse por donde podría estar. Fue preguntando a los vecinos que se cruzó por los caminos si me habían visto pero, al no recibir ninguna respuesta positiva, estaba perdiendo la esperanza, al acercarse al campo donde habíamos charlado por la mañana vio a un  campesino con el que yo solía hablar todos los días. Desesperado se arrimó a él y le preguntó si me había visto en algún momento, la respuesta del campesino fue que por la mañana me había observado adentrarme al campo y que al llamarme no me había enterado porque ya había avanzado mucho, mi amo le dio las gracias y se dirigió al establo para buscar a su fiel compañero Rocinante.
Mientras mi buen amigo me buscaba incansablemente yo me encontraba en una salida de la cueva, al cruzar todo el pasillo y girar a la izquierda aparecí en una gran sala con la puerta de arcilla, con mucha delicadeza abrí la puerta y observé una gran claridad, resulta que en ese mismo lugar se encontraba una gran laguna con vistas a todo el campo, de nuevo escuché esa voz amenazadora.
 Sin casi pensármelo me introduje en la sala aunque no cerré la puerta del todo para así estar atento por si el señor volvía a atravesar el pasillo. Mi sorpresa fue aún mayor cuando al girarme me tocaron la espalda, hasta ese instante no me había percatado de que en la sala había dos personas más: ¡Aldonza Lorenzo y mi amada!
Estaban un poco heridas, yo me puse muy nervioso y no reaccioné hasta que habían pasado diez minutos. Les pregunté el motivo por el cuál habían acabado en ese lugar, ellas me comentaron que mientras daban un paseo para ir a recoger el pan, ese señor al que había escuchado las había raptado. Las pocas heridas que tenían se las habían hecho intentando huir. Yo me armé de valor y me propuse ayudarlas a huir, el problema era que aunque pudiésemos salir por el árbol que había al lado de la laguna, llegando así al exterior, para volver al pueblo íbamos a necesitar algún medio de transporte.
Aldonza Lorenzo fue la primera en salir de allí, como no era precisamente delgada y tenía mucha fuerza decidimos que ella nos ayudaría a huir….
Mientras tanto, Don Quijote se estaba acercando a la entrada de la cueva pero a lo lejos divisó una figura muy familiar, decidió seguir de largo.
A continuación  mi amada se dispuso a salir de ese infierno de cueva, tardó bastante tiempo porque se cayó tres veces al no ser capaz de escalar la pared y la tuvimos que ayudar durante un buen rato.                                                                                                 
Por último me puse a huir escalando la pared con ayuda de mi amada y de Aldonza Lorenzo, al salir decidimos que había que averiguar quién era ese señor para que tuviese un justo castigo. Rápidamente echamos a correr despavoridos para que el señor no se percatase de nuestra fuga, de repente nos cruzamos con Rocinante, Don Quijote había visto a Dulcinea salir de la cueva y había decidido avanzar hasta allí.
Yo le conté todo lo que había sucedido y él asombrado nos comentó que deberíamos volver al pueblo y contárselo todo.
Al llegar al pueblo nos recibió todo el mundo, como me enteré una hora después, todo esto había sido un plan para que venciese mi miedo y tuviese más delicadeza, por lo visto el señor era el molinero. El plan había funcionado, mi amada y Aldonza en cuanto se habían enterado de sus planes decidieron unirse.
Celebramos una fiesta a la que al poco tiempo se unió el panadero, con el que estuve charlando un buen rato.


EN LA NUBE DE POLVO
Rodrigo Corujo

Allí estaba yo por los caminos de la Mancha a lomos de Rocinante y con Sancho de compañero.
Después de varias horas de paseo, decidimos descansar a la sombra de una encina y me quedé traspuesto. De pronto oí un gran estruendo, me desperté y vi una nube de polvo a lo lejos. Un ejército de caballeros de la blanca luna se acercaba a nosotros. Lo mas sorprendente no fue que los caballeros eran muy pequeños, sino que ¡los caballos volaban!. Intenté a Sancho despertar pero él no paraba de roncar.
El ejercito sobre mi se abalanzó. Con mi lanza y mi escudo derrotar a todos pude, uno a uno iban cayendo y montón yo iba haciendo.
Los caballos uno a uno en la nube de humo fueron desapareciendo y una voz al fondo de la nube dijo:
-Volveremos a tu pueblo-
-Y yo le contesté:

-Algo inventaré y a todos vosotros destruiré-